Y estamos hablando de la “microbiota” que está compuesta por miles de millones de bacterias que viven dentro y fuera de nuestro cuerpo.
Por definición, somos más bacterias que humanos. A cada célula del cuerpo le corresponden unas diez células bacterianas, y es que dentro de cada uno de nosotros viven más de 2 Kg de esta enorme biomasa, compuesta por microorganismos microscópicos, que en su mayoría están en nuestro sistema digestivo.
Es foco actual de cantidad de estudios, y prácticamente se trata como un órgano más a día de hoy, desconocido, hasta denominado “segundo cerebro”, ya que aquí se producen cantidad de sustancias relacionadas con la inmunidad, la saciedad, e incluso el estado de ánimo.
Tenemos una gran responsabilidad ya que, de nuestros buenos hábitos en el día a día dependerá la buena salud de esta comunidad que habita en nuestro interior. Estas bacterias consumirán y se alimentarán de lo mismo que nosotros consumamos, ¡somos su hogar! Por lo tanto, será esencial que basemos nuestra alimentación en productos y alimentos variados; vegetales completos, con toda su fibra, proteínas de calidad, tanto vegetales como animales, granos integrales, semillas, grasas saludables como las aceitunas, el AOVE, y frutos secos.
Si los exponemos a malas comidas, generando un ambiente tóxico con alimentos cargados de azúcares simples, comidas pobres en fibra, como en los productos ultraprocesados, o les acostumbramos a convivir con fármacos y antibióticos, las bacterias que llamamos “buenas”, responsables de cuidarnos y protegernos de agentes externos sufrirán y hasta morirán, y las “malas” van a luchar, pudiendo mutar, respondiendo con una agresividad masiva, que finalmente nos debilitará, aumentará la inflamación y nos hará enfermar.
Probablemente el servicio más importante que tus bacterias te proporcionan es crear y entrenar tu sistema inmune que es el que de manera natural nos defiende contra las infecciones. De hecho, el microbioma es una parte imprescindible del triángulo que compone el sistema inmune humano.
Según estudios científicos, la perdida de la diversidad del microbioma y la debilidad inmunológica pueden ser algunas de las razones del desarrollo de enfermedades neurológicas y degenerativas que se asocian con la edad avanzada. El sistema digestivo es sede central de nuestras defensas inmunológicas.
L. Feuerbac filósofo y antropólogo formuló la famosa frase “somos lo que comemos”. Y está claro ahora que no fue suficiente. Podríamos completarlo con ¿Somos lo que comemos? … “Somos lo que absorbemos”.
Para poder tener una buena calidad de nuestras bacterias ten una alimentación sana y muy diversa.
Si, por ejemplo, tu alimentación es pobre en fibras, vitaminas, mineras y buenos nutrientes, pero muy abundante en proteínas y grasas de poca calidad, tras un tiempo tu microbioma intestinal sufrirá un desequilibrio importante y poco sano. Es lo que conocemos como disbiosis intestinal. En este caso, las paredes de tu intestino se vuelven más permeables de lo normal, tus metabolitos se descontrolan pasando del digestivo a la sangre, y viceversa, y si no se controla, producirá inflamación. Si la inflamación se mantiene durante tiempo y se convierte en crónica, con el tiempo puede provocar obesidad, dolores crónicos, fibromialgia, enfermedades autoinmunes (enfermedad de Crohn, tiroiditis de Hashimoto…), etc.
Pero hay buenas noticias. Todas estas patologías o dolencias crónicas responden de modo muy positivo a la eliminación de focos de infección crónica, corrigiendo tu plan de nutrición haciéndolo más completo, sano y equilibrado, a una mejor higiene digestiva, a una mejor higiene en nuestra casa apartándonos por ejemplo de contaminantes tóxicos caseros (detergentes, suavizantes, insecticidas, etc.), a una mejor higiene de descanso y a un plan personalizado de ejercicios y actividad física.
La buena vida de tus bacterias depende de lo que estés eligiendo para tu alimentación. Y si tú no sabes elegir bien, en algún momento las bacterias intentarán influir en tu decisión.
Según el profesor de la universidad de México Joe Alcock, ciertas bacterias son capaces de secuestrar y dominar nuestros circuitos cerebrales de “dopamina-recompensa”, creando necesidad por ciertos alimentos que prefieren consumir, y que suele ser comida enriquecida en grasas y azúcares, proteínas o ciertas fibras.
Desde Gooder sabemos que el mejor modo de no permitir a las bacterias dominar nuestra mente y nuestros gustos es darles una alimentación sana y variada, comer tranquilos, en buena compañía y disfrutando del placer de alimentarnos y alimentar a nuestras bacterias de manera correcta haciendo de ellas nuestras aliadas.