Ecuanimidad para unas mejores navidades

¿Qué tal estimada lectora? Agradecerte esos momentos que nos vienes dedicando mes tras mes, y esperamos que hayas podido entrenar la “gratitud” durante todo el mes de noviembre.

Confiamos que cada vez seas más consciente de todo lo que acontece en tu día a día, y consigas afrontar las diferentes situaciones de una manera más serena en este caminar por los meses del calendario.

Llegó diciembre, y con ello, la vorágine de las cenas, celebraciones, regalos, volver a encontrarnos y disfrutarnos de manera consciente. Recibimos miles de estímulos a nuestra atención: luces, canciones, publicidad, llamadas, urgencias en el trabajo, que en muchas ocasiones más que ayudarnos a estar serenos, nos suponen una dispersión de los sentidos, lo que significa en muchos casos: cansancio, agotamiento, menos horas de sueño, etc…

Y a ello se le suma, que a muchas de nosotras nos entusiasma todo lo que conlleva la navidad; pero a otras muchas, estas fechas nos provocan rechazo, nostalgia, melancolía, frustración,… porque supone acudir a eventos que no te apetecen, con exceso de ruido, para encontrarte con personas con las que no tienes mucho en común, porque echas de menos a personas que ya no están, porque el exceso de tareas y de organización familiar, o el que “todo salga bien” nos lleva a la exigencia.

Por ello, qué mejor que estas fechas para practicar un principio avanzado de mindfulness: la ecuanimidad.

¿Qué es la ecuanimidad?

Puede definirse como un estado emocional de estabilidad y compostura psicológica, que no se ve perturbado por la experiencia o exposición a emociones, dolor u otros fenómenos que pueden causar la pérdida de equilibrio de la mente.

No diferencia entre conocidos y extraños; consiste en ver a todos los seres vivientes, incluido uno mismo, como iguales, y con la misma inclinación a vivir en un estado exento de dolor y sufrimiento. Y su opuesto es la inquietud, la paranoia causada por el hecho de dividir a los seres y las cosas en buenos y malos.

La gratitud y la ecuanimidad van de la mano, si consigo agradecer, mi mente está preparada para ser ecuánime antes cualquier situación. Será necesario que pongas especial atención a tus creencias inconscientes, y cómo te ayudan o te perjudican.

Te pongo un ejemplo, si voy a la cena con mi familia, y opino que mi cuñado es un… (elige el adjetivo que quieras)… entonces ese pensamiento que he tenido en repetidas ocasiones se convierte en un dogma de fé inamovible.

Desde la ecuanimidad, se trata de observar que esta persona es… (adjetivo) lo que sea, y sin embargo, reflexiona sobre las siguientes pregunta:

  • ¿En qué me afecta eso? ¿es relevante?
  • ¿Cómo me hace sentir? ¿Qué me molesta realmente?
  • ¿A qué se debe que ponga el foco en sólo esa persona? ¿hay otras personas en la reunión/celebración a las que puedo disfrutar?
  • ¿Qué puedo pensar diferente sobre nuestro histórico y la persona en concreto? ¿Qué puedo sentir diferente al respecto? Y por último, ¿Qué puedo hacer yo diferente?

Queremos que reflexiones sobre estas preguntas para ayudarte a reescribir en tu mente, las experiencias vividas con esta persona, y quitarle importancia, para así, focalizarte en lo importante, el resto de personas que te generan sensaciones agradables. Esta persona, será una más… puedes usar el truco como si fuera un desconocido al que acabas de conocer.

Recuerda que tú misma puedes elegir lo que sientes, y lo que piensas, y por lo tanto, cómo actúas. La ecuanimidad no es indiferencia ni pasividad, es aceptación incondicional de la situación tal cual sucede, sin ponerle ningún juicio y etiqueta adicional.

Para fomentar la ecuanimidad, debes guiar a tu mente a que se libere de sus creencias, dogmas de fé y cuestionar si todo lo que piensas de manera contundente, realmente es tan importante o por si el contrario, puedes flexibilizar esa creencia y desapegarte de ella. De ese modo, tu foco cambia de lugar y esa persona ya no requiere tu atención mental, ni emocional.

Una herramienta que ya te hemos facilitado en artículos anteriores, es ¿Qué me muestra esta persona? ¿Para qué está en mi vida? ¿Para mostrarme qué? ¿Debo desarrollar esa cualidad que tanto me molesta, en alguna otra área de mi vida? O ¿soy yo la persona de la que debe aprender? Reconduce tu mente, y piensa en qué cosas puedes agradecerle… y si te atreves aprovecha para decírselo… y sentirlo desde otro lugar.

Cuando practicamos la atención plena al momento presente, aceptamos la experiencia tal y como es, y con ello, nuestro “baile” de pensamientos y estados de ánimo. Si lo percibimos, con un devenir que surge y cesa, facilitando su observación, para comprender su naturaleza, nuestra mente a su propio ritmo se calmará, y estarás cultivando tu paz interior.

ANTES DE DISCUTIR… RESPIRA
ANTES DE CRITICAR… EXAMÍNATE
ANTES DE HABLAR… ESCUCHA
RECONECTA CON TU CALMA INTERIOR
VIVE EL PRESENTE CON ATENCIÓN
Y AGRADECE EL MOMENTO

¡Nuestros mejores deseos para que pases una felices y conscientes fiestas!

Gema Menéndez y Cristina Arca