La alimentación consciente trata de conectarnos con la parte más física para que, de esa forma, sepamos cuando comer, qué comer y cuánto comer.
Hay muchas herramientas que te ayudan a ser consciente de esto y van dirigidas:
Vamos a explicar un ejercicio para cada uno de estos momentos.
Si quieres saber si tienes hambre física o emocional pregúntate ¿me comería una manzana? O ¿me comería un plato de brócoli? Si tu respuesta es sí, seguramente tengas hambre física. Si es no, puedes preguntarte ¿para qué quiero comer?
Come con vajilla pequeña, ya que nuestra mente tiene siempre la tendencia a terminar todo lo que tiene en el plato y es más fácil que tengas sensación de saciedad. Y si tu vajilla puede ser de un color que haga que resalte la comida mucho mejor. Por ejemplo, si tomas un arroz blanco ponlo en una vajilla negra. Así serás mucho más consciente de toda la comida que hay en tu plato. También puedes hacer que resalte jugando con el color del mantel.
Intenta conectar con tu estómago a lo largo de la comida para ver tu nivel de saciedad. Acaba tu comida cuando creas que estás lo suficientemente saciado (más o menos a un nivel 7 sobre 10). Te ayudará a parar, elegir un gesto que te asocie ese nivel de saciedad con parar de comer. Por ejemplo, cuando llegue al nivel 7, cruzo los dedos de mis manos y sé que tengo que parar.
Estos son sólo una muestra de ejercicios que nos ayudan a ser conscientes. La alimentación consciente, en definitiva, es una forma de entendernos y de respetarnos.
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